Posteado por: joseluisp | 3 agosto 2011

El poder de la apreciación

Gran parte de nuestra forma de entender el mundo está construida desde el mecanicismo. Vivimos en la idea de que las personas, las organizaciones y, en general, todos los sistemas sociales funcionan como sistemas mecánicos. Esta visión mecanicista de la realidad nos lleva a observar nuestro mundo como un conjunto de máquinas, de engranajes que dabemos mantener bajo control y en perfecto funcionamiento. Así, convertimos a nuestros profesionales, a nuestros líderes y a nuestros directivos en responsables de mantenimiento que (a) controlan al mundo y a la naturaleza, detectando disfunciones, problemas y errores, (b) diseñan soluciones para corregirlos y (c) ejecutan estas soluciones con la mayor eficacia posible.

Esta visión de la naturaleza ha llevado a nuestra civilización a conseguir grandes logros y mejoras. Sin embargo tiene bastantes limitaciones, pues la idea de la máquina nos lleva a ignorar las emociones de las personas y de los grupos sociales. También nos lleva a obviar las relaciones que existen entre personas y grupos. En tercer lugar, nos lleva a considerar el crecimiento, la innovación, la crisis o el cambio como sucesos disruptivos. Los llegamos a percibir como eventos anormales que desafían nuestra gestión porque cambian la estructura del sistema y no como lo que son: una dinámica tan propia de los sistemas vivos como son el crecimiento, la evolución y la transformación.

La visión mecanicista nos lleva a una cultura de la crítica, a una forma de pensar que se dirige exclusivamente a detectar errores, disfunciones y problemas. En su peor versión, la cultura de la crítica se manifiesta en un comportamiento orientado a perseguir y a criticar culpables. Concentramos nuestra atención en el comportamiento que deseamos detener reduciendo el mundo a una división entre buenos y malos, o entre excelentes y mediocres. Desde la critica llegamos a la amenaza, a la coacción, a la humillación, al miedo o a cualquiera de los sentimientos negativos que podamos utilizar para (a) manipular el sistema, (b) resolver cuantas disfunciones y problemas podamos detectar y (c) llevarlo a un equilibro deseado donde este se encuentra bajo control.

Muchos autores plantean la cultura de la apreciación como alternativa a la cultura de la crítica. Se trata de apreciar las cosas que funcionan, aquellas que están bien, como punto de partida para mejorar. Cuando colocamos nuestra atención en lo que funciona podemos estimular la creatividad de las personas, su compromiso, su imaginación y su energía sin ninguna coacción y por su propia decisión. El foco en lo positivo puede ser una herramienta de crecimiento que nos ayuda a cambiar comportamientos y evolucionar hacia nuevos y mejores escenarios. Si sabemos hacerlo.

Así, cada vez encontramos más enfoques que abandonan la idea de la crítica y las limitaciones que esta conlleva: desde el feedback positivo hasta el coaching, pasando por la psicología positiva o por tecnologías de conversación como la indagación apreciativa. Concentrar nuestra atención en la cosas positivas, en lo que funciona puede ser el primer paso para que en nuestras comunidades se ponga en marcha la energía que les conduzca hacia mejores escenarios. Aquellos que les corresponden a un mundo mejor tanto para esos sistemas como para las personas que los integran.

Le propongo un ejercicio para este verano. Abandone la crítica. Deje de buscar las cosas que están mal. No se obsesione por arreglar el mundo. Concentre su atención en aquellas cosas que están bien, en las que funcionan, en las que le dan vida a todo lo que le rodea. Contribuya, desde la apreciación a que todo siga mejorando, creciendo, evolucionando. Disfrútelo. Aprovéchelo.


Respuestas

  1. Excelente José Luis, como siempre!
    El mecanicismo y la racionalidad como madre de todas las decisiones la hemos «sufrido» sobre todo los que hemos estudiado la ciencia económica. Lamentablemente el tema sigue teniendo vigencia y sobre todo radica en los sistemas de enseñanza, porque aún se sigue enseñando como en el s. XIX, donde se pone el foco de atención en señalar lo que hacemos mal, la eficiencia, el individualismo, más que en resaltar los logros, apuntar hacia la eficacia y el trabajo en equipo y sobre todo: en la gestión de las emociones. Muy de a poco hay cambios pero si vemos cómo están siendo educados nuestros niños aún queda camino por recorrer!
    Gracias por este post y por esa recomendación tan ‘fresca’ para el verano!

    Un fuerte abrazo.

    F.

  2. Buenos días, Fernando
    Gracias por tu comentario
    Realmente toda nuestra forma de pensar está sutilmente «formateada» por estos principios.
    Hace doscientos años supusieron toda una revolución que nos permitió avanzar hasta el punto que nos encontramos.
    Sin embargo, dos siglos después comenzamos a percibir sus limitaciones.
    Por cierto, mis felicitaciones por los triunfos de tu selección.
    Un abrazo.
    José Luis

  3. Gracias José Luis! Excelente post!
    Gracias por ser parte de la solución, centrando lo positivo como punto de partida.

    No obstante, en su origen, crítica viene del griego κριτικός (kritikós), «capaz de discernir», como la reacción o la opinión personal o analizada ante un tema. En este sentido es muy positiva, pero para ello hace falta sabiduría y humildad….

    Un fuerte abrazo!

    Jesús

    • Buenos días, Jesús
      Gracias por tu comentario
      Que interesante que la idea de crítica esté construida también desde la apreciación
      Cómo la hemos distorsionado
      Un abrazo desde Times Square, NYC

  4. […] Indagación Apreciativa respecto a otras metodologías para el cambio participativo es que parte de la cultura de la apreciación, pues trabaja con lo positivo, con lo que le da la vida a la organización. Es un proceso basado en […]


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