Posteado por: joseluisp | 26 octubre 2010

Crecimiento

¿En qué consiste el crecimiento? Según el Diccionario de la Lengua Española el crecimiento consiste en la acción y el efecto de crecer, de aumentar de tamaño de forma natural.

Tanto los seres vivos, como las empresas, los países o cualquier organización social somos sistemas que experimentamos procesos de crecimiento. Desde el punto de vista sistémico, el crecimiento de cualquier sistema presenta los mismos patrones de comportamiento. Y siempre se repite una misma pauta: nada puede crecer para siempre.

Cualquier sistema que crece experimenta un proceso reforzador, un conjunto de fuerzas que contribuyen y alimentan el crecimiento del sistema. Sucede así tanto en las ventas de una compañía, en la estatura de una persona, en el crecimiento de la población o en la renta per cápita de una nación. No se sorprenda si durante esta dinámica las personas que forman parte del sistema llegan a creer que este crecimiento nunca se va a detener y que su naturaleza corresponde a un proceso imparable que no tiene fin.

Sin embargo, llega un momento en que este crecimiento agota todo su recorrido. Las limitaciones propias del sistema hacen que aparezcan fuerzas de resistencia, mecanismos compensadores que limitan y frenan el crecimiento del sistema. Cuando el proceso de crecimiento ya está agotado éste se detiene, por lo que el sistema se estanca en una fase de meseta o regresa al equilibrio inicial en un movimiento de homeostasis.

Muchos directivos, profesionales, políticos y ciudadanos nos encontramos con situaciones similares: conocimos un pasado brillante en el que fuimos testigos de procesos espectaculares de crecimiento que, sin embargo, en el día de hoy ya han agotado su recorrido. Los que más suerte tienen ven hoy cómo estas dinámicas se han quedado estancadas, los que menos las han visto desplomarse.

¿Qué nos dice la teoría de sistemas respecto a esta situación? La primera lección es que no tiene sentido repetir lo que en su momento dio resultado. No se trata de insistir en las fuerzas que, en su día, alimentaban el crecimiento sino en comprender cuáles lo han limitado hasta detenerlo. A veces estos límites del crecimiento están en la propia organización del sistema, o en nuestra forma de pensar, o en elementos totalmente externos al sistema.

No merece la pena lamentarse por no haber tomado mejores decisiones en los momentos en que estuvimos embriagados por el crecimiento. Quizás lo que debemos hacer ahora es innovar, buscar nuevos motores de crecimiento que alimenten nuevas dinámicas de progreso. No obstante, siempre debemos de tener presente que nada crece para siempre y que sólo podremos gestionar el crecimiento si detectamos, gestionamos y aprendemos de aquellas fuerzas que lo detienen cuando esta dinámica de crecimiento finaliza su recorrido.

NOTAS:

Los límites del crecimiento es uno de los arquetipos que identifica el pensamiento sistémico. Puede consultar estos arquetipos en La Quinta Disciplina en la Práctica, publicado por Peter Senge en Granica.

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Respuestas

  1. José Luis, no puedo dejar de felicitarte. Me impresiona la capacidad que tienes para, semana tras semana, sacar temas tan interesantes.

    A estas alturas ya sabrás que no me puedo aguantar algún comentario. Confío que le sirva a alguien.

    Más que a la de sistemas (que también), casi me iría directamente a la teoría del caos. Queremos un imposible: tener bajo control todas las variables. Supongo que esto se podría enlazar con otro post tuyo sobre los «Cisnes negros».

    Se cierran puertas igual que se acaban oprtunidades. Pero también surgen otras nuevas. El teatro se vio amenazado por el cine, éste por la Televisión, luego el video, y ahora internet. No es que haya que repartir la misma tarta entre más; es que la tarta cada vez se hace más grande.

    Disiento contigo (cortésmente, por supuesto) respecto a no lamentar y a mirar atrás. Creo que sí conviene hacerlo. Es una cura de humidad para egos agigantados, pero sobre todo es la única forma de aprender para el futuro. O te lo grabas a fuego en la mente o te pillará la próxima ola.

  2. Buenas noches, Agustín, gracias por tu reconocimiento
    Respecto a lo de si merece o no la pena lamentarse por no haber tomado decisiones en su momento, quizas me he expresado mal.
    Evidentemente nos conecta con nuestra vulnerabilidad y nos hace consciente de nuestros errores, y eso es bueno. Sin embargo tiene componente peligroso, pues nos instalamos en la queja y nos atamos al pasado en momentos en los que es necesario mirar hacia adelante y construir un nuevo futuro.
    Muchas gracias por ser parte de Cartográfía.
    Un abrazo


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