Líderes

Cuál es el estilo más eficaz para ejercer el liderazgo?

La pregunta planea en las escuelas de negocios y en los cursos de formación para directivos, a los que acuden los profesionales que quieren aprender a ser mejores en su ejercicio del liderazgo. Se manifiesta en las sesiones de coaching, donde los coachees acuden buscando respuestas para mejorar sus habilidades directivas. Aparece en la literatura empresarial, donde encontramos desde interesantes investigaciones sobre estilos de liderazgo hasta libros de autoayuda que promenten convertir al lector en el líder que necesita su organización.

Uno de los estilos de liderazgo es el autoritario. Corresponde al del jefe que define completamente todos los detalles de la tarea que usted va a poner en marcha y qué resultado se espera de ella. El lider autoritario es aquél que vigila cómo se ejecutan estas tareas con el objetivo de detectar las ineficiencias y los comportamientos inadecuados que se pueden estar produciendo.

Un estilo dirigir más cercano a los colaboradores es el liderazgo persuasivo. El líder persuasivo dedica energía y recursos para comunicarse y relacionarse con los miembros de su equipo. También le preocupa el desarrollo de sus habilidades profesionales. Es el jefe que escucha a sus colaboradores a la hora de definir cómo se van a desarrollar las tareas y sobre qué estándares se va a evaluar el resultado.

Otro estilo cercano a los colaboradores es el participativo. La filosofía de la participación consiste en reducir el nivel de dirección para que el líder sólo aparezca en los momentos excepcionales. Son los miembros del equipo los que deben autogestionarse y resolver sus problemas y para ello se dedican importantes recursos y energía para capacitarlos en estas habilidades. Se confía en que las personas sabrán hacer su trabajo.

La mínima expresión del nivel de dirección corresponde al estilo delegativo. Con un líder delegativo casi todo el trabajo (la definición de las tareas, su planificación, la evaluación de los resultados) ha sido delegada a los miembros del equipo. El papel del líder se limita a la creación de un entorno que facilite a las personas los recursos para realizar su trabajo.

Volviendo a la pregunta inicial, qué estilo es el más eficaz para ejercer el liderazgo, la respuesta no es tan sencilla. Paul Hersey y Ken Blanchard consideran que el liderazgo tiene un componente situacional, y que para cada situación existe un estilo de liderazgo adecuado. Así, factores como la capacidad que tienen los miembros de equipo, su motivación, su disposición a asumir responsabilidades, o su experiencia, nos obligan a adaptar nuestro liderazgo hacia un estilo u otro.

Lo primero que podemos concluir es que no hay ningún estilo bueno ni malo sino que cada situación requiere una forma específica de ejercer el liderazgo. Todos los estilos tienen su peor versión. El estilo autoritario, éste puede dar lugar a la imposición; pero también el estilo persuasivo puede gravitar a la manipulación, el participactivo hacia culpabilización de los problemas que aparezcan, o el delegativo hacia la abdicación total por parte del líder hacia sus obligaciones.

Si de algo podemos estar seguros en torno al liderazgo es que un buen líder es aquél que es capaz de adaptar su estilo a las circunstancias por las que atraviesa su equipo. Según las investigaciones de Blanchard, el 54% de los líderes tienden a usar sólo un estilo de liderazgo, el 35% emplean sólo dos estilos; el 10% usa tres estilos y solo el 1% es capaz de usar los cuatro estilos en este ejercicio de adaptación a la situación de su equipo.

Sólo un consejo: tenga cuidado con las modas. Los años 80 crearon una generación de líderes que utilizaban un estilo persuasivo huyendo del estilo autoritario. Respecto a la actualidad, parece que los estilos persuasivos y delegativos son los que están teniendo más aceptación. Las modas son interesantes, pues nos revelan qué estilos satisfacen mejor las necesidades más comunes de nuestras organizaciones en el momento actual. Sin embargo, tenga en cuenta que es posible que las necesidades actuales de liderazgo de su organización sean diferentes a las que defiende el último bestseller de la literatura empresarial.